Comprar frutas y verduras de producción ecológica a pequeños productores, recibiéndolas en 24 horas en su domicilio, mientras reducen el impacto ambiental y apoyan las economías locales, es el objetivo de la startup Proyecto Kulto, que en solo cuatro meses tras su lanzamiento ya cuenta con más de 320 clientes a los que ha repartido 5.200 kilos de frutas y verduras de primera calidad, principalmente en Madrid y Cantabria.
Según se lee en ABC del 23 de noviembre:
Un proyecto que nace tras constatar que la labor de los agricultores es vital para el buen funcionamiento de la sociedad, pero el sistema actual de consumo, basado en una larga cadena de intermediarios, hace que sus márgenes de beneficio sean muy bajos, mientras los productos llegan al usuario final con un precio seis veces más elevado, dejando atrás un gran impacto ambiental en su distribución y con frecuencia con bajos niveles de calidad. Por ello, Proyecto Kulto pone la tecnología al servicio de los pequeños agricultores para apoyar el consumo de proximidad, reducir la huella de carbono e impulsar los alimentos ecológicos y la producción sostenible.
Proyecto Kulto permite a los agricultores exhibir su «huerto virtual» a través de una plataforma digital en la que los consumidores de proximidad pueden geolocalizarlos y comprar sus frutas y hortalizas de temporada de forma directa, sin intermediarios, pagando por esos productos un precio justo para el productor. Es este mismo quien prepara el pedido, que el usuario recibe en 24 horas tras su preparación en su domicilio gracias a los servicios que ofrece la plataforma. De este modo, el consumidor puede hacer la compra cómodamente mientras contribuye a dinamizar las economías locales.
La iniciativa está reservada tan solo para cultivos de producción ecológica, que no utilizan pesticidas ni otras sustancias químicas destinadas a forzar su crecimiento o alargar la durabilidad de los productos. Además, las frutas y verduras se recogen en su punto óptimo de maduración, lo que garantiza su máxima calidad y sus propiedades naturales y hace que sean más saludables para el consumo.
«Los tomates o las manzanas que compramos en el supermercado se recolectaron antes de tiempo y han madurado en cámaras frigoríficas; por fuera se ven perfectos, pero han perdido su olor y su sabor. Al comprar a los agricultores de proximidad nos aseguramos de que el tomate sabrá a tomate, pero además estaremos evitando las emisiones de CO2 de una larga cadena de distribución», explica Pablo Quintero, cofundador de Proyecto Kulto.
«El modelo de plataforma que ofrecemos es mucho más que un punto de encuentro entre oferta y demanda; proporcionamos a los productores servicios de gestión de pedidos, de logística y de marketing, de manera que pueden dedicarse a lo que mejor saben hacer, mientras sus productos ecológicos llegan al consumidor final con sus máximas propiedades para ayudarles a mantener una alimentación saludable, y siempre con total transparencia en su trazabilidad», sostiene Pablo Kaperotxipi, cofundador de la compañía.
Proyecto Kulto es una startup concienciada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas que apuesta por crear ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11) en las que se practica una producción y un consumo responsables (ODS 12). Su propuesta favorece el crecimiento de las economías locales mediante generación de actividad y la consecuente creación de puestos de trabajo, y al mismo tiempo impulsa la preservación de los recursos naturales mediante las prácticas de agricultura ecológica y la reducción del impacto del transporte.
Tras una fase de testeo, la compañía inició oficialmente su actividad el pasado mes de julio, de momento con 12 agricultores locales de las Comunidades Autónomas de Madrid y Cantabria y limítrofes (aunque hacen envíos a toda la Península), y con planes de expansión a nuevos territorios de cara al año próximo. El reparto se realiza a través de empresas de mensajería como Correos o Celeris, siempre aprovechando rutas ya existentes y evitando de este modo aumentar el impacto ambiental.