La Bodega Mediterránea Colibrí es un auténtico bar-laboratorio, que pone en práctica todos los preceptos de la Gastropología, disciplina que nació en el 2012 tras la investigación de Sergio Gil y que, como explica, “no es más que ponerle nombre a la ‘ciencia’ del bar”. Ésta tiene en cuenta básicamente cinco ejes: el diseño del espacio, la oferta de Retrogastronomía, el manejo de los intangibles, el compromiso con el barrio, y el desarrollo de la restauración sostenible.
Y es que, la Gastropología no deja de ser una herramienta de gestión muy útil para que un restaurante, bar o taberna sea sostenible, tanto para lograr la excelencia del producto y de la oferta gastronómica, como para mantener un compromiso con el medioambiente -en Colibrí además de una cocina Km0 se aplican numerosos conceptos que hacen del local sostenible medioambientalmente hablando-.
En el espacio de Colibrí todo tiene un porqué: las paredes repletas de cuadros, elementos que nos transportan a la década de los 60, su clásica sinfonola, las lámparas de lágrimas, la Derby Antorcha colgada del techo o la inmensa barra de mármol blanco macael inspirada en los antiguos cafés de la Barcelona Modernista…
La taberna, además, atesora tecnología única en pro del ahorro energético y la sostenibilidad. El más innovador, el sistema de ventilación Nilan, que permite un mayor nivel de calidad del aire. Aire refrescado que tiene un mayor contenido de oxígeno, a una temperatura de confort y a un nivel de humedad controlado, y que permite mejorar la experiencia de los clientes en el local, mejorando la posibilidad de disfrutar la percepción del alimento y la compañía. Y es que, el sistema evita que los olores de la cocina -abierta- pasen a la sala mediante una cortina de aire que aísla los dos ambientes. Además, está pensado para evitar pérdidas del aire acondicionado, con lo que a la larga hay un considerable ahorro energético.