Son tiempos de 4.0 y economía circular. En el primer caso a la restauración ya se le está persuadiendo de las ventajas del big data y otras virtudes de esa tendencia. Pero, en materia de economía circular, donde la empresa de restauración tiene tanto qué decir, parece que pocos, o nadie, se acuerdan de ella.
Y mira que se han ocupado en Bruselas de tratarla, al menos en materia de contratación pública de servicios de restauración; tal como se desprende de los criterios (GPP) que ya discurren por los organismos de la Comisión Europea y de los cuales Restaurantes Sostenibles y el Food Service Institute, se han encargado de analizar en la Summit de Compras, celebrada en el HIP 18 en Madrid, hace unos días. Por cierto, atención a dos noticias relacionadas con ello: la ISO 20400 sobre compras sostenibles y la creación de la Comisión interministerial para la incorporación de criterios ecológicos (recordemos la diferencia entre compras sostenibles, aquellas que tienen impacto medio ambiental, social y económico y las ecológicas, no necesariamente) en la contratación pública.
Pero en cambio, en el reciente documento elaborado por el MAPAMA y el MINEIN denominado ESPAÑA CIRCULAR 2030 .Borrador para información pública (editado a mediados de febrero y con vencimiento el 12 de marzo, para alegaciones) no hay una sola referencia al papel de la restauración en esa nueva economía, salvo tenerla como referencia en temas de ecolabels y desperdicios de alimentos, cuando ya venimos señalando, con asaz osadía, que para algunas municipalidades u organizaciones autonómicas los restaurantes pueden convertirse en uno de los mayores depredadores del medio ambiente urbano.
Al menos que en los citados ministerios de la AGE, consideren que, tratando al Turismo, que sí posee amplia consideración en el documento, se incluya a la restauración. Alguien debería indicarles que, en los tiempos que vivimos, tal criterio está sujeto a revisión. Recuerden si no, lo que sucede en el barrio de la Barceloneta de la Ciudad Condal, donde los vecinos no quieren más turistas y por supuesto, ningún alojamiento turístico más.
Convendría que, en esas esferas, la restauración y sobre todo la sostenible, comenzara a citarse, o al menos, el papel que debe desempeñar en la nueva economía circular.