Durante las últimas semanas han mostrado su descontento con este hecho instituciones y grupos de expertos, sobre todo por la falta de reconocimiento del aceite de oliva virgen como alimento saludable. Pero la opinión de este grupo de expertos va más allá, porque considera que con la implantación del Nutriscore se está obviando un debate sobre qué se le debe exigir a un etiquetado que informe y garantice la salud de los consumidores.
Destaca este grupo de investigadores que «esta herramienta no ha demostrado de forma fehaciente y con garantía científica que sea beneficiosa para la salud pública, ya que no hay evidencias de que reduzca el riesgo de sufrir las enfermedades que se trata de prevenir. Esta evidencia debe basarse en ensayos clínicos, en forma similar a lo hecho con las vacunas del Covid-19 o con la Dieta Mediterránea, en el mundialmente reconocido estudio Predimed. Mientras eso no se haga no pasará de ser una herramienta bien intencionada, con riesgo de ser considerada una herramienta de mercadeo, ya que se apoya en evidencias indirectas, pero no en estudios científicamente solventes».
«El etiquetado Nutriscore elude algunos problemas graves de nuestros crecientes hábitos alimentarios, saltándose evidencias científicamente probadas. Valga de ejemplo la tolerancia que se tiene a alimentos con azúcares añadidos, algunos de ellos como la fructosa, que generan adicción y actúan en el sistema nervioso estimulando el consumo, el abuso y generando dependencia. No se explica de algunos de estos productos estén calificados como B, saludables.»
Negacionismo del calentamiento global
«Además, subrayan, esta herramienta no tiene en cuenta la principal preocupación mundial sobre la alimentación: su influencia sobre el calentamiento global, actualmente responsable de más del 20% de la producción de gases de efecto invernadero. El Nutriscore, al ignorarlo, no nos enseña a elegir bien los alimentos, tanto para que sean saludables para nosotros como también para el planeta. No es igual comer carne o verduras, producidas en proximidad y dentro de un sistema sostenible que hacerlo con productos en cuya producción, procesamiento, transporte y distribución se generen componentes lesivos para el ambiente».
Para este grupo de expertos, finalmente, la polémica del aceite de oliva virgen no se ha cerrado convenientemente, a pesar del anuncio de que dicho producto queda fuera del Nutriscore. «Dos tercios de nuestro aceite virgen se consume fuera de España, una gran parte en la Unión Europea. Pues bien, allí persistirá el punto C en el aceite de oliva virgen, equiparándolo al aceite de colza o de nueces, lo que puede suponer un daño para la exportación que tendrá consecuencias imprevisibles en la supervivencia de la Dieta Mediterránea y en nuestra economía.»