El camarón es el segundo marisco más comercializado del mundo, después del salmón, con 9 millones de toneladas al año. Entre 1995 y 2015, esta cifra se multiplicó por 4 y hoy sigue aumentando de 5 a 6% cada año.
Los langostinos se crían generalmente en el sudeste asiático, India, China, América del Sur y Madagascar. Pero esta producción no deja de tener consecuencias sobre el medio ambiente.
Primero, el método convencional de producción de camarones tropicales es perjudicial para la biodiversidad. Por ejemplo, la creación de estanques de cría provoca la desaparición de los manglares que juegan un papel importante en la captura de CO2 y que también sirven como hábitat para ciertas especies animales. Desde hace 20 años, el 35% de los manglares ha desaparecido y con el aumento de la producción de camarón esta cifra va en aumento. Las condiciones de cultivo no siempre son perfectas (se introducen antibióticos o antifúngicos en los estanques para tratar los camarones contra la contaminación) y, finalmente, el transporte para llevarlos a nuestros puestos también contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.
Es en esta lógica que nace LISAqua, una startup que produce y comercializa langostinos cultivados en interior desde 2018 y con una lógica eco-responsable.
Una innovación basada en la vida natural en el medio marino
LISAqua es la asociación de tres emprendedores: Charlotte Schoelinck, investigadora en biología marina, Caroline Madoc y Gabriel Boneu. Juntos, han desarrollado tecnología inspirada en la naturaleza. “Lo llamamos permacultura, es como permacultura, pero aplicado a la acuicultura. En lugar de criar solo langostinos, se combinan con microorganismos (microalgas y bacterias) e invertebrados marinos. La idea es que todos los desechos de las gambas sean tratados por los microorganismos en el agua y luego algunos desechos sólidos se utilizarán como alimento para alimentar a los invertebrados marinos que filtrarán el agua y crecerán al mismo tiempo”, especifica Gabriel Boneu, cofundador y presidente de la estructura.
Esta innovación permite entonces no solo producir camarones para el consumo, sino también criar invertebrados marinos.
La innovación de LISAqua también mejora las condiciones sanitarias del cultivo de camarón porque se lleva a cabo en un ambiente cerrado. Dispuestas en un cobertizo en St Herblain, localidad limítrofe con Nantes, las cuencas están protegidas de las diversas contaminaciones potenciales que generalmente circulan en los cultivos al aire libre porque no están interconectadas. “Estar en un ambiente cerrado y controlado protege a la finca de contaminaciones externas, lo que garantiza que no necesitamos agregar antibióticos, y también nos permite controlar mejor todo lo que pueda sobresalir ”. Porque el agua de cría es tratada y reutilizada dentro de la finca. En total, esta técnica permite utilizar 400 veces menos agua que la cría convencional.
Paralelamente a la producción de langostinos, la startup también está estudiando el desarrollo de herramientas de gestión a través de una plataforma digital. Sus funcionalidades están destinadas a la monitorización de diversos parámetros: calidad del agua, cantidad de camarón, biomasa o incluso el control de poblaciones bacterianas.
Una primera granja industrial en 2021
Desde 2019, la startup comercializa sus langostinos a las pescaderías de Nantes. Hoy, sus cosechas ascienden a 250 kg cada tres meses después de haber criado ya diez generaciones. Pero esto cambiará a fines de 2021, con el establecimiento de la primera granja industrial de la compañía en Saint Herblain. Gracias a esta granja, la producción podría aumentar a 10 toneladas por año antes de continuar expandiéndose aún más en Francia, en Europa y luego a nivel internacional con sitios de producción que oscilan entre 100 y 200 toneladas cada uno.
Uno de los objetivos de estas futuras granjas es conectarlas a unidades que tengan un calor fatal. El principio es reutilizar las calorías emitidas por los dispositivos industriales para la cría de LISAqua. “Puede ser un incinerador, un metanizador , una estación de tratamiento de agua, cualquier instalación agrícola o industrial. La idea es, por tanto, pegarnos a una de estas instalaciones para recuperar el calor en una lógica de ecología industrial. Por eso mantener nuestras piscinas a una temperatura de 28 ° C utilizando residuos de otra actividad”, especifica Gabriel Boneu. Otro cambio por venir, el establecimiento de un criadero con miras a promover la producción 100% local.
Por lo tanto, es en el marco de este desarrollo que la startup está trabajando para cerrar una recaudación de fondos de 2.5M € para finales del verano. El año pasado, ya se había beneficiado de una dotación de 1,4 millones de euros obtenida de Bpifrance como parte de una ayuda a la innovación de Deeptech.
En definitiva, el camarón de la startup podría así comercializarse no solo a pescaderías, sino también a otros profesionales de la gastronomía – restauradores, chefs estrella – o de la industria agroalimentaria, con los que ya se han realizado pruebas. Especialmente porque el producto también tiene ventajas de sabor. “Nuestros camarones no se procesan. No se han congelado ni cocido y no se les ha añadido sal. Por tanto, son más crujientes que los que han pasado por toda la cadena de cocción de ultracongelación”, especifica la puesta en marcha.